jueves, 8 de octubre de 2009

SOBRE LA ESQUIZOFRENIA

Gregory Bateson desarrolló una teoría de la esquizofrenia basándose en un análisis de las comunicaciones humanas y en la observación de pacientes de esta patología. Dedicó especial atención a la situación conocida como el “doble vínculo”, centrando su investigación en desvelar la dinámica que conduce a la mencionada situación, caracterizada porque el individuo inmerso en ella no tiene otra alternativa que la de perder, pues, haga lo que haga, el resultado para él va a ser siempre el mismo.

Este autor, si bien destaca que la forma de comunicación del niño con su entorno, fundamentalmente la madre, constituye el núcleo etiológico de la esquizofrenia, es decir, que su raíz se encuentra en las relaciones objetales, deja un resquicio para considerar también una posible influencia genética en esta patología cuando afirma que “alguien apresado en el doble vínculo puede desarrollar síntomas esquizofrénicos”. Ahora bien, si alguien puede llegar a ser esquizofrénico por el estilo de sus comunicaciones con sus objetos, es decir, si los factores relacionales no le van a conducir irremediablemente a esta patología, sería necesario que algo más lo haga inevitable. En este “algo más” es plausible que se supongan componentes genéticos.

La comunicación humana, según Bateson, estaría modulada por ciertos patrones formales, en los que entran en juego distintos ´”tipos lógicos” que se superponen y hacen que los mensajes humanos revistan una extraordinaria complejidad.

Lo anterior se pone de manifiesto en el hecho de que el mensaje verbal desprovisto de otros atributos es susceptible de ser interpretado por el receptor del mismo de diversas formas, según sea “aderezado” por el emisor con complementos no verbales como el contexto, la postura, el gesto, la entonación.

El mensaje es percibido como “auténtico”, es decir, creíble por el receptor cuando existe coherencia entre los elementos de que consta. Lo no verbal, las señales, es lo que permite la identificación del mensaje. No obstante, las señales identificatorias del mensaje son susceptibles de falsificación en los procesos de comunicación humana; la risa artificial, la simulación serían ejemplos de ello. La falsificación de las señales significaría que el emisor está modificando el contenido del mensaje y, a veces, convirtiéndolo en lo contrario de lo que expresa su literalidad.

La falsificación de señales hace que el mensaje tenga una intencionalidad manifiesta, la verbal, y otra latente, la que se deriva de las señales. De la captación de ambas por el receptor dependerá el éxito de la comunicación. Ahora bien, la falsificación de señales no es exclusiva de la especie humana, también otros mamíferos hacen uso de ella: los perros que en el juego simulan una actitud agresiva manifiesta, pero que, para que la agresión no llegue a materializarse, falsifican señales que convenzan al congénere de su intencionalidad pacífica latente.

Pero lo que si es exclusivo del hombre es la falsificación inconsciente de las señales. Esto puede llevarse a cabo de forma intrapsíquica – el individuo se oculta a si mismo su hostilidad con la utilización de metáforas -, o también falsificando inconscientemente las señales emitidas por otra persona – confundir timidez con menosprecio.

Según Bateson, en el esquizofrénico, falla la función del yo encargada de discriminar los modos de comunicación, es decir, de captar el mensaje en toda su amplitud y no sólo literalmente. Al respecto, destaca tres áreas de dicha función yoica:

- Dificultad en asignar el modo comunicacional correcto a los mensajes que recibe de otras personas.

- Dificultad en asignar el modo comunicacional correcto a los mensajes no verbales que él mismo emite.

- Dificultad en asignar el modo comunicacional correcto a sus propios pensamientos, sensaciones y percepciones.

La hipótesis de Bateson sobre la etiología de la esquizofrenia se basa en que esta patología es un producto de la interacción familiar. Partiendo de este supuesto, opina que debería ser posible hacer una descripción de las experiencias que provocan la sintomatología esquizofrénica. Siendo, según la teoría del aprendizaje, el contexto la orientación que permite al ser humano discriminar los modos de comunicación, las causas de la esquizofrenia no deberían centrarse en la búsqueda de una experiencia infantil traumática, sino en desvelar patrones secuenciales característicos para individuos esquizofrénicos. Estas secuencias serían responsables de que el paciente haya adquirido los hábitos mentales típicos de la comunicación esquizofrénica.

Las secuencias, a las que hace referencia Bateson, podrían englobarse bajo el término de “doble vínculo”, una situación que se produciría cuando concurren los siguientes elementos en el proceso de comunicación:

- Dos o más personas, una de las cuales sería la “victima”, el esquizofrénico potencial. La otra sería normalmente la madre, pero podría ser también el padre o ambos juntos.

- Una experiencia repetida. No se considera como tal una experiencia traumática única, sino una experiencia, que, por el efecto de la reiteración, constituya una estructura, es decir, pase a ser una expectativa habitual.

- Un mandato primario negativo del tipo “no hagas eso o serás castigado” o “si no haces eso, te castigaré”. Se trataría, por tanto, de un contexto de aprendizaje basado en la evitación del castigo y no en la búsqueda de la recompensa.

- Un mandato secundario que entra en conflicto con el primario, pero que igualmente está reforzado por la amenaza de castigo, o por señales que indican peligro para la supervivencia. Generalmente, este mandato es transmitido por medios no verbales, como postura, gesto, tono de voz.

- Un mandato negativo terciario que impide a la víctima escapar. Este mandato resulta innecesario cuando el doble vínculo se ha establecido ya en la infancia, ya que cualquier intento de escapar significa un peligro vital. No obstante, este mandato puede presentar un “envoltorio” formal positivo, como promesas de amor que atan a la víctima.

- Cuando la víctima ha aprendido a ver su universo a través de patrones de doble vínculo, cualquier parte de la secuencia descrita será suficiente para desencadenar en ella pánico o cólera.
De lo dicho hasta ahora se desprende que la comunicación humana se desarrolla a varios niveles, modos de comunicación; que estos modos conforman simultáneamente el mensaje; que la comunicación acertada depende de que tanto emisor como receptor del mensaje utilicen coherentemente los modos; que la comunicación es también un proceso de aprendizaje, cuya reiteración va creando estructuras, hábitos de comunicación. La incoherencia de los modos puede dar lugar a que la comunicación sea confusa y ambigua, creándose situaciones de doble vínculo. El peligro de confusión comunicacional es tanto mayor, cuanto más intensa sea la situación de dependencia entre los sujetos de la comunicación. Esta es precisamente la situación del recién nacido que empieza a comunicarse con su madre. Por ello, de esta comunicación dependerá que se establezca un clima de confianza entre madre e hijo, o que surja un ambiente familiar en el que pueda germinar la esquizofrenia.

El ambiente familiar del preesquizofrénico revestiría, según Bateson, las siguientes características:

- Un niño cuya madre se angustia y aísla si él le responde como a una madre amorosa. La misma presencia del niño suscita su angustia cuando se ve obligada a tener un contacto íntimo con él.

- Una madre que reprime estos sentimientos de angustia y los contrarresta con una conducta de amor manifiesto. Una madre que suscita en el niño una respuesta amorosa bajo amenaza de abandono. Pero, como indica Bateson, “conducta amorosa no significa necesariamente afecto”.

- Falta en la familia de un padre fuerte y comprensivo que intervenga en la relación entre madre e hijo apoyando al niño frente a las contradicciones que percibe inconscientemente.

La característica fundamental de la persona que se encuentra atrapada en la situación de doble vínculo es la confusión entre los niveles de comunicación, la incapacidad de discernir entre lo literal y lo metafórico. Esta confusión es especialmente intensa e inconsciente para el niño preesquizofrénico en su relación con la madre. Pero también ésta se encontraría en un dilema: si empieza a sentir afecto hacia su hijo, comienza a percibir un peligro que la impulsa a distanciarse de él, pero, al mismo tiempo, no puede aceptar su hostilidad hacia el hijo y tiene que simular afecto y cercanía.

Sería verosímil desde un punto de vista teórico que el niño, al percibir la contradicción que alberga el doble mensaje de su madre, expresase su incomprensión sobre los enunciados de ésta. No obstante, si así lo hiciera, no puede esperarse que ella reconozca sus contradicciones, más bien, se sentirá atacada y amenazará con la retirada de su amor. El niño cederá en su empeño y perderá la oportunidad de adquirir la capacidad de la metacomunicación, de comentar las acciones propias y de los demás. Esta capacidad resultará esencial en el intercambio social, que se nutre constantemente de mensajes metacomunicativos, por los que se evita la confusión. Tales mensajes adoptan formas como ¿Qué quieres decir?, ¿Me estás tomando el pelo? El niño esquizofrénico crecerá sin adquirir la capacidad de la metacomunicación, por tanto, su interpretación de los mensajes será literal, los mensajes para él serán unidimensionales.

El tipo de comunicación que existe entre el preesquizofrénico y su madre puede detectarse también en las relaciones normales. Cuando alguien se encuentra inmerso en una situación de doble vínculo responderá defensivamente y de forma análoga a como lo hace el esquizofrénico, si ello le permite eludir una respuesta que puede serle embarazosa o perjudicial. Cuando el mensaje es una pregunta cuya intencionalidad se esconde en un determinado contexto y es formulada con tono de voz irónico, el receptor del mensaje puede optar por ignorar el verdadero significado dando una respuesta que se ciñe escuetamente a la literalidad de la pregunta. No obstante, existe una diferencia fundamental entre la respuesta dada a un mensaje, del que sólo se tiene en cuenta el nivel literal, por un esquizofrénico y por una persona normal: en el primer caso, se trata de un proceso inconsciente fuera del control del individuo, en el segundo, por el contrario, sería una estrategia consciente para eludir entrar en un asunto desagradable.



BIBLIOGRAFIA
=============

Bateson, Gregory Pasos hacia una ecología de la mente
Editorial LOHLÉ-LUMEN
Buenos Aires, 1999

No hay comentarios:

Publicar un comentario